El 22 de abril de 2004 “finalmente, estalló la huelga indefinida en Ecopetrol […] De la huelga venía hablándose desde el 26 de junio de 2003, cuando el Gobierno dictó el decreto 1760 que reestructuró Ecopetrol, la despojó de su función orientadora de las políticas energéticas del país e inició el camino de su marchitamiento como entidad pública […] La huelga de la USO buscaba ante todo discutir la nueva política petrolera hacia la que va caminando el Estado. Sin embargo, a pesar del respaldo del movimiento sindical, no ha calado en la opinión pública, el Congreso esquivó el punto y el Gobierno se ha mostrado más dispuesto a la represión […] el gobierno está profundamente comprometido con la política neoliberal globalizadora, que exige que el Estado se desprenda de los negocios productivos y las obligaciones sociales con la población. Todo debe ser dirimido por las fuerzas espontáneas de oferta y demanda y el negocio petrolero, lejos de ser un instrumento de soberanía, se ha convertido en rémora para la marcha del estado. Para eso están las multinacionales […] Al momento de escribir estas notas ya sumaban 84 los dirigentes y activistas de la USO despedidos por motivo del paro”.

Álvaro Delgado, “Huelga de Ecopetrol: más que un paro anunciado”, en Cien Días vistos por Cinep, N°. 54, enero-mayo de 2004.